Episodio 10 – Almacenamiento Energético
Notas del Programa
Te dejamos por aquí algunos de nuestros artículos que puede que te ayuden a entender mejor el episodio de hoy. Y recuerda que tienes el episodio en todas las plataformas de podcasting principales.
- Almacenamiento Energético
- Energía Solar Térmica
- Almacenamiento por gravedad
- Tipos de baterías
- Hidrógeno verde
- Las baterías
- Bombeo Hidráulico
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Transcripción del podcast
Introducción
Muy buenas a todos y bienvenidos un día más al Podcast de Transición Energética. Hoy os traemos un tema que está en boca de todos: el almacenamiento energético.
¿Es realmente la clave para un sistema 100% renovable? ¿Hasta qué punto lo necesitamos para equilibrar la red?
Vamos a ver qué es exactamente el almacenamiento, qué tipos existen y por qué juega un papel fundamental en la transición energética.
Pero antes de meternos en materia… ¡Dentro intro!
¿Qué es el almacenamiento energético?
Como os comentaba, uno de los temas de moda este 2025 es el almacenamiento de energía. Y no es para menos, porque es la única forma que tenemos de adaptar la intermitencia de las renovables a la demanda real del sistema.
Cuando hablamos de almacenamiento energético, nos referimos a cualquier forma de guardar la energía producida en un momento determinado para utilizarla más tarde. Esto va desde las famosas baterías de almacenamiento hasta sistemas más complejos como el bombeo hidráulico, el almacenamiento por gravedad o incluso el almacenamiento en forma de gases.
Cada tecnología tiene su aplicación específica. No es lo mismo almacenar energía para unas pocas horas y estabilizar la red que hacerlo para días o semanas. Pero lo que todas tienen en común es su capacidad para reducir la volatilidad en un mercado eléctrico con alta penetración renovable.
¿Por qué? Muy sencillo. La producción renovable no siempre coincide con los momentos de mayor demanda. Hay periodos en los que hay tanta generación solar o eólica que los precios caen en picado, incluso llegando a ser negativos.
Y, en cambio, cuando cae la producción renovable, el precio se dispara porque entran en juego fuentes más caras como el gas.
Aquí es donde entra el almacenamiento. Si podemos cargar barato cuando hay un exceso de renovables y descargar cuando hay escasez, estamos equilibrando el sistema. A más almacenamiento, menor volatilidad de precios y mayor estabilidad en el mercado.
Creo que ya podéis hace una idea de por qué es clave el almacenamiento hoy en día… ahora vamos a ver qué tipos existen y cómo se están desarrollando. 🚀
Tipos de Almacenamiento Energético
Estoy seguro que algún tipo de almacenamiento te sorprende, así que te animo a dejarnos en comentarios cuál te ha parecido más curioso.
Almacenamiento Electroquímico
Empezamos con el rey del almacenamiento energético: el almacenamiento electroquímico. Es el que más conocemos porque lo tenemos en todas partes: móviles, portátiles, coches eléctricos, juguetes, el mando de la tele… y ahora también en grandes sistemas conectados a la red eléctrica.
En esencia, estamos hablando de baterías. Estas están formadas por pequeñas celdas conectadas entre sí que contienen compuestos químicos capaces de almacenar y liberar energía.
¿Cómo funcionan? Muy sencillo: dentro de la batería se produce una reacción química que libera electrones cuando se descarga o los absorbe cuando se recarga. Esta reacción es reversible, lo que permite usar la batería una y otra vez.
Almacenamiento Mecánico
Por otro lado tenemos el almacenamiento mecánico, que a muchos os puede sonar menos que las baterías… pero que lleva muchísimo más tiempo funcionando en nuestros sistemas eléctricos.
Estaciones de bombeo hidráulico
El ejemplo más clásico de almacenamiento mecánico es el bombeo hidráulico. Consiste en dos embalses situados a diferentes alturas. Cuando sobra energía, se utiliza para bombear agua del embalse inferior al superior. Y cuando hace falta energía, se deja caer ese agua para que mueva turbinas y genere electricidad.
En España tenemos bastantes ejemplos, como La Muela II, en Valencia, que es una de las mayores de Europa. Este sistema es especialmente útil porque puede activar y desactivar la generación en pocos minutos, lo que ayuda mucho a estabilizar la red en momentos críticos.
Volantes de inercia
Otro sistema mecánico curioso son los volantes de inercia. Imagina un disco que gira a altísima velocidad: cuando sobra energía, se usa para acelerar ese disco, y cuando hace falta energía, se reduce su velocidad para recuperar esa energía en forma de electricidad.
Tienen menos capacidad que otras tecnologías, pero su gran ventaja es la rapidez. Son ideales para regular la frecuencia del sistema en tiempo real, algo que es cada vez más importante con tanta generación renovable variable.
Almacenamiento por gravedad
Y por último, como almacenamiento mecánico, están los sistemas más innovadores, como el apilamiento de bloques (sí, literalmente apilar grandes bloques de hormigón con grúas cuando sobra energía y soltarlos cuando hace falta) o el aprovechamiento de antiguas minas, donde se pueden montar sistemas con cargas que se suben o se bajan en función del objetivo.
Estas soluciones están en fases más tempranas y tienen tantos inconvenientes que puede ser que no se lleven a cabo nunca, pero están ahí y hay que tenerlas en cuenta.
Almacenamiento Térmico
Vamos ahora con otro tipo muy interesante: el almacenamiento térmico. Aquí no guardamos electricidad directamente, sino que usamos el excedente de energía para calentar materiales que después pueden liberar ese calor cuando lo necesitemos.
Sales fundidas y materiales de cambio de fase
Esta tecnología es muy utilizada, por ejemplo, en las plantas termosolares. Y lo hacen mediante sales fundidas. Estas pueden calentarse a más de 500 ºC y conservar ese calor durante horas. Cuando el sol se va, esa energía térmica se usa para generar vapor y seguir produciendo electricidad.
En algunos países como España, Marruecos o Emiratos Árabes, ya forman parte estable del mix eléctrico. De hecho, en España fuimos pioneros en esta tecnología, pero su coste ha resultado ser bastante más caro que la fotovoltaica, por lo que ya no se desarrolla demasiado.
También existen los materiales de cambio de fase, que almacenan energía al cambiar de sólido a líquido y viceversa. Son útiles en aplicaciones más pequeñas y para climatización.
Almacenamiento Químico
Para acabar con los tipos de almacenamiento vamos a hablar del almacenamiento químico, que cada vez suena más porque está directamente ligado al famoso hidrógeno verde.
Producción y uso de hidrógeno verde
Aunque es una forma mucho menos eficiente para almacenar energía, lo que se puede hacer y se propone es que ante un exceso de electricidad renovable, podemos usarla para dividir el agua en oxígeno e hidrógeno a través de un proceso llamado electrólisis. Ese hidrógeno se puede almacenar y utilizar más tarde como combustible, ya sea para generar electricidad haciendo el proceso inversor, mover vehículos, o alimentar procesos industriales.
Esto es especialmente útil para almacenar grandes cantidades de energía durante mucho tiempo, incluso semanas o meses, lo que otros sistemas no pueden hacer con tanta facilidad. Aunque, como comentaba, supone retos en cuanto a evitar escapes y mantenerlo a un presión lo suficientemente elevada, además de la gran cantidad de energía que se pierde en el proceso.
Perspectivas futuras: combustibles sintéticos Lo que sí es más interesante es usar ese hidrógeno verde y combinarlo con CO₂ capturado para formar combustibles sintéticos, que podrían sustituir a la gasolina o al diésel en sectores difíciles de electrificar, como la aviación o el transporte marítimo. Básicamente con esos dos elementos puedes generar cualquier hidrocarburo para la aplicación que se requiera.
Aún tienen un coste elevado, pero son una pieza fundamental a largo plazo para un sistema energético sin emisiones y con una alta penetración renovable.
Aplicaciones del Almacenamiento Energético
Ahora que ya conocemos las distintas tecnologías, ¿para qué sirve realmente el almacenamiento energético? ¿En qué casos concretos lo estamos viendo ya aplicado?
Vamos con algunos de los usos más importantes:
Integración con energías renovables intermitentes
La primera aplicación, y que ya hemos comentado básicamente, es su papel en la integración de renovables como la solar y la energía eólica, que —como ya sabéis— no generan de forma constante.
Por ejemplo, durante las horas centrales del día podemos tener una gran producción solar… pero una demanda moderada. Ahí es donde entra el almacenamiento: absorbe ese exceso de producción para liberarlo más tarde, por la noche o en momentos de mayor consumo.
Esto no solo mejora el aprovechamiento de las renovables, sino que además evita vertidos de energía y ayuda a mantener la estabilidad del sistema.
Mejora de la estabilidad y resiliencia de la red eléctrica
Otro gran uso es la estabilización de la red. ¿Qué significa esto? Que el almacenamiento puede actuar en milisegundos para regular la frecuencia y el voltaje al balancear producción y demanda, algo fundamental cuando hay una gran proporción de renovables variables.
Además, en situaciones de emergencia o de fallo de la red, los sistemas de almacenamiento pueden actuar como respaldo, ayudando a restablecer el suministro más rápidamente con algoritmos de Grid Forming, Inercia Sintética o Black Start.
Y a esto sumamos que permiten evitar o retrasar inversiones en refuerzo de redes, porque ayudan a equilibrar la oferta y la demanda localmente, aliviando tensiones en la infraestructura.
Uso en sistemas de autoconsumo y microrredes
Y por último, una aplicación que cada vez vemos más cerca del ciudadano: el uso en sistemas de autoconsumo con baterías, especialmente en viviendas y pequeñas empresas con fotovoltaica.
Aquí el almacenamiento permite maximizar el aprovechamiento de la energía solar, porque se puede guardar lo que no se consume en el momento y utilizarlo por la noche o en días nublados. Esto reduce la dependencia de la red y puede traducirse en ahorros económicos importantes.
Y si hablamos de microrredes o comunidades energéticas, el almacenamiento juega un papel clave para gestionar la energía de forma colectiva, compartiendo excedentes, mejorando la eficiencia del sistema y aumentando la autosuficiencia energética del grupo.
Desafíos y Perspectivas Futuras
Hasta ahora todo suena bastante prometedor, ¿verdad? Pero como en toda transición tecnológica, también hay desafíos importantes que debemos abordar si queremos que el almacenamiento energético juegue el papel que esperamos.
Costes y economía de escala
Aunque los precios de las baterías han caído espectacularmente en la última década, el coste sigue siendo un obstáculo, sobre todo para proyectos a gran escala o tecnologías menos maduras como el almacenamiento térmico o por gravedad.
Eso sí, como ha ocurrido con otras tecnologías renovables, la economía de escala y la competencia están haciendo su trabajo. A medida que aumenta la demanda y se despliegan más proyectos, los costes bajan y las soluciones se vuelven más accesibles.
De hecho, con los precios actuales de las baterías en España los proyectos ya son rentables y durante el 2026 tendremos un auge de proyectos conectándose a la red eléctrica.
Avances en I+D
Además, la investigación y el desarrollo están avanzando a pasos agigantados. Se están probando nuevos materiales, arquitecturas de baterías más seguras y eficientes, y formas más sostenibles de almacenar energía.
Por ejemplo, ya hay proyectos que investigan baterías de sodio en lugar de litio, sales de hierro, e incluso combinaciones con inteligencia artificial para optimizar el uso y la vida útil de los sistemas.
Políticas y regulaciones
Para que todo esto sea posible, necesitamos también un marco normativo que lo impulse. Y aquí hay señales positivas.
Cada vez más países están aprobando subastas específicas para almacenamiento, normativas que permiten su participación en mercados de capacidad o incentivos para su despliegue en autoconsumo.
Aumento en el uso de minerales críticos
Por último, no podemos olvidar el impacto ambiental y geopolítico del aumento en la demanda de minerales como el litio, el cobalto o el níquel. Esto supone un reto en términos de sostenibilidad y de dependencia de ciertos países como China.
Por eso será fundamental diversificar tecnologías, fomentar el reciclaje y buscar materiales alternativos, además de garantizar condiciones laborales y ambientales justas en la cadena de suministro.
Conclusión
Y hasta aquí el episodio de hoy, donde hemos explorado el fascinante mundo del almacenamiento energético, una pieza clave para lograr un sistema eléctrico más limpio, eficiente y resiliente.
Hemos repasado qué es el almacenamiento, qué tipos existen, para qué se utiliza, cuáles son sus ventajas y los principales retos que enfrenta.
Si te ha picado la curiosidad y quieres profundizar más, te invito a leer el artículo completo en nuestro blog de Transición Energética, donde encontrarás infografías, enlaces a fuentes y datos actualizados.
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